Base para
una discusión
Por
IVÁN GARCÍA
GUERRA
Primera
Parte
Muchos dicen que carecemos de un teatro propio, y es esa opinión la base
del presente trabajo. Yo en cambio, sostengo que somos bastante ricos en una
producción teatral autóctona (aunque sea corta por razones históricas), que no
somos especialmente dependientes de ninguna extranjería; y que podemos
sentirnos orgullosos del haber escénico de nuestro país.
Existe una prehistoria teatral
dominicana en la cual hay reseñas de desconocidos areítos entre la mayoría de
los habitantes autóctonos de la isla, los taínos. Esta actividad fue más bien
rito que arte, como en el caso de la Grecia preclásica, antes de la llegada de
Tespis y los otros.
Después, durante el período colonial,
se identifica y conserva en nuestro territorio una sola creación dramatúrgica,
el “Entremés de Llerena”, que podría ser tan sólo un fragmento de algo más
largo y mejor elaborado. Además, de ese largo período de más de tres siglos, se
conoce la referencia de algunos cuantos montajes realizados por estudiantes
diletantes en la búsqueda de simple entretenimiento popular.
En la etapa de la dominación haitiana
(1822-1844), destacan las presentaciones de la “Dramática”, una filial de la
organización patriótica “La Trinitaria”, la cual se ocupó de crear conciencia
de la situación de esclavitud a que estábamos reducidos, y de producir una
valiente labor de agitación en contra de los invasores. Se conoce el nombre de
tres obras europeas; y aunque hay algunas informaciones imprecisas sobre textos
dominicanos; nada se puede asegurar por el momento.
Luego, desde la Independencia en el
1944, y hasta el 1917, se desarrolla un intenso movimiento en el cual
narradores y poetas incursionan en el arte teatral. Sólo algunos de ellos
podrían aceptarse como dramaturgos.
Es el primero, realmente, Félix María
Delmonte, a quien podemos considerar el padre de la dramaturgia dominicana, por
su texto “Las Victimas del 11 de Abril o Antonio Duvergé”, escrita
aproximadamente en el 1856. Esta obra, además de ser la que inicia la
producción literaria dramática local, plantea un problema social; tema que se
constituye en una constante de nuestra creación escénica hasta la actualidad.
Escribirá posteriormente otras piezas, entre ellas una indigenista y una
musical, estilos que también tendrían amplia representación posterior.
Entre los que incursionan en el
teatro estuvieron: Federico Henríquez y Carvajal, Manuel de Jesús Rodríguez
Montaño, José Joaquín Pérez, Américo Lugo, Manuel de Jesús Javier García,
Javier Angulo Guridi, José Audilio Santana, José Francisco Pellerano, Rafael
Octavio Galán, Tulio M. Cestero, Félix María Pérez Sánchez, Renato D´Soto,
Francisco Gregorio Billini, César Nicolás Penson y Cristóbal Díaz.
Merece especial mención Ulises
Heureaux hijo, no por la calidad de su trabajo, para mí desconocida, ni por que
aportara nada al concepto de un estilo nacional (casi todas sus obras estaba
construidas a la manera de la “comedia bien hecha” francesa), sino por haberse
constituido en un hombre de teatro con bastante amplia producción.
Ya en los albores de nuestro siglo
otros literatos se deslizan al arte de las tablas. Entre ellos: Gastón Fernando
Deligne, Rafael Deligne, Arturo Pellerano Castro, José María Jiménez, José
Ramón López, Vetilio Arredondo, Juan García Malagón, Adalberto Chapuseaux,
Federico Llaverías, Alfonos Matos, Arístides Fiallo Cabral y Gustavo Antonio
Díaz. Todos ellos, aunque traten temas localistas y hasta folklóricos, escriben
un teatro de textura españolizante.
Cabe destacar dentro del mismo
periodo la aparición de las tres primeras dramaturgas dominicanas. Son ellas:
Virginia Elena Ortea, Isabel Amechazurra Viuda Pellerano y Melia Delgado de
Pantaleón.
En el período de la primera invasión
norteamericana, el teatro es vuelto a usarse con intención política, con
marcado sabor localista y/o en contra del imperialismo. Entre ellos destaca:
Rafael Damirón, con una producción considerable.
Otros nombres son: Ricardo Pérez
Alfonseca, Apolinar Perdomo, Enrique Montaño hijo, Félix Sauri, Salvador
Sturla, Porfirio García Lluberes, Domingo Villalba, Luis Eduardo Betances,
Federico Bermúdez, Roberto Mateizán, José Narciso Solá (padre de nuestra
priemra actriz Monina Solá), Fabio fiallo, el español Juan José Llovet, Julio
Arzeno, Aquiles Zorda y Fernando Arturo Pellerano. Todos ellos además de las
obras con aliento social, escribieron comedias y un teatro algo intimista.
Para esa época. Pedro Henríquez
Ureña, con su obra “El nacimiento de Dionisos”, presenta el tema griego, que
muchos años después tendrá un fuerte repunte.
Ya en la era de Trujillo se realiza
una producción para el teatro, aunque ésta no llegara a realizarse
frecuentemente mediante montajes. Sus temas van desde el localismo y el
folklorismo hasta el neoromanticismo. Son los autores: Julio Vega Batlle,
Armando Oscar pacheco, Cristian Lugo, Miguel Ángel Jiménez y Javier García.
Otras tres mujeres incursionan en la
dramaturgia para ese tiempo. Ellas son: Ana Jimena Yépez, Delia Weber y Delia
Quezada.
Continúa…