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miércoles, 28 de marzo de 2018

Feliz día del teatro


Hoy la patria de Duarte despertó llorando desde lo alto, no porque ha perdido nada, ni por tristeza, no por dolor, ni tampoco por rabia, no porque tiene las manos vacías, ni sus pies están cansados, tampoco porque su mirada se perdió en el horizonte, ni porque calló el cantor; no lloraba porque sus obreros amantes se alejaban, ni porque el sol dejara de calentar, no porque la creación no existiera más, ni siquiera porque el mensaje se extinguiera por las rendijas, ni porque el cuerpo dejara de expresar. No eran sus lágrimas por las manos, los brazos, los pies y los cuerpos que crean y mueven el mobiliario, que pinchan los botones para que se haga la luz, el sonido y abren el telón; quien dijo que eran por todos los años de representación pasados, ni por los elementos que ocupan el espacio para brindar una atmósfera, tampoco por las luces que seguirán encendiendo, iluminando cada mundo, cada historia, cada creación; jamás fue por el efecto que salió en el momento justo y provoco el objetivo deseado, no fue por el gesto que seguirá hablando, comunicando cada mensaje, cada sentimiento mediante el superobjetivo; no cayó el llanto por la línea que toco el corazón de los demás y a lo mejor cambió alguna vida, por las circunstancias dadas, no fue por el encuentro de dos vidas a una hora exacta, en un espacio determinado; esas dos vidas donde hay una que acciona y la otra que observa. Tampoco fue por las largas noches de insomnios, de días interminable, tecleando o rodando el lapicero por largas paginas para plasmar la historia. No, no fue por nada de eso; porque todo eso seguirá ocurriendo, seguiremos subiendo a escena todos los días, seguiremos representando, llorando, riendo, gritando, enseñando, amando, seguiremos creando, encendiendo las luces, poniendo el sonido, abriendo el telón y la función volverá a comenzar una y otra vez más, desde cualquier espacio, desde cualquier lugar, en todas las voces que no lo callaran jamás. Porque el teatro vive y vivirá a pesar de sus detractores, porque el teatro no dejara de ser, porque hasta para ser independientes, para hacer patria estuvo presente, porque el teatro es vida, pasión, amor.
Las lágrimas que brotan hoy de la patria de Duarte, Sánchez y Mella, son por lastima a los que dirigen, por sus incapacidades, por su ignorancia, por su mediocridad, por sus inoperancias, por sus faltas de respeto, por sus mentiras, por sus falsedades, por su desfachatez, por sus brutalidades, por sus indiferencias, por su política barata y desgastada. Lloró esta patria, por las manos vacías de los dirigentes, por sus pies sin destino, por sus cabezas hechas huecos, porque hay un final en el camino y allí, justo allí nos encontraremos y nos miraremos a la cara, a los ojos y oirán por vez final, que no pudieron acabar con el teatro, porque como un monstruo grande, no le pudieron detener; y siempre encontró un lugar, un espacio, una mano amiga, un apoyo para ser creado, representado y siempre volverá de sus cenizas, sus escombros, su realidad, desde su verdad, su esencia pura, sus muros inquebrantables a abrir el telón, encender sus luces, activar el sonido, gesticular, alzar su voz y hacer vibrar corazones. Como dijo Federico García Lorca el teatro seguirá siendo: La poesía que se levanta del libro y se hace humana, y al hacerse grita, llora, ríe y se desespera.
Porque el teatro fue y nueva vez, es y seguirá siendo, haciendo. Porque desde algún lugar o rincón saldrá para protestar, para educar, para denunciar, para decir, para contar, para amar, porque al teatro no lo amedrentarán, porque lo trasciende todo, porque no está muerto, porque aun herido vive y vivirá. Porque ellos los dirigentes, dejaran de ser, pero el teatro, no. ¡Que viva el teatro! ¡Que vivan los creadores del teatro! ¡Que viva el teatro y su opulencia! ¡Que viva el teatro y su miseria!  ¡Que viva el teatro dominicano! Así que como dice Franklin Domínguez ¡Busca foco, pisa duro y habla fuerte!
Feliz día nacional e internacional del teatro, dominicanos.