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viernes, 28 de marzo de 2014

Mensaje de Brett Bailey para el Día Mundial del teatro 2014


Donde quiera que haya sociedad humana, el irreprimible Espíritu de la Representación se manifiesta.
Bajo los árboles de pequeñas aldeas y sobre sofisticados escenarios en grandes metrópolis; en salones de actos de colegios y en campos y en templos; en suburbios, en plazas públicas, en centros cívicos y en los subsuelos de las ciudades, la gente se reúne en comunión en torno a los efímeros mundos teatrales que creamos para expresar nuestra complejidad humana, nuestra diversidad, nuestra vulnerabilidad, en carne y hueso, aliento y voz.
Nos reunimos para llorar y para recordar; para reír y contemplar; para aprender, afirmar e imaginar. 
Para maravillarnos ante la destreza técnica, y para encarnar dioses. Para dejarnos sin respiración ante nuestra capacidad de belleza, compasión y monstruosidad. Vamos para llenarnos de energía y poder. 
Para celebrar la riqueza de nuestras diferentes culturas, y para hacer desaparecer las barreras que nos dividen.
Donde quiera que haya sociedad humana, el irreprimible Espíritu de la Representación se manifiesta. 
Nacido de la comunidad, lleva puestas las máscaras y vestimentas de nuestras distintas tradiciones. 
Utiliza nuestras lenguas, ritmos y gestos, y abre un espacio entre nosotros.
Y nosotros, los artistas que trabajamos con este antiguo espíritu, nos sentimos impulsados a 
canalizarlo a través de nuestros corazones, nuestras ideas y nuestros cuerpos para revelar nuestras realidades en toda su cotidianeidad y su rutilante misterio.
Pero en esta época en la que tantos millones de personas luchan por sobrevivir, sufren bajo regímenes opresivos y el capitalismo depredador, huyen del conflicto y la escasez; en la que nuestra privacidad es invadida por servicios secretos y nuestras palabras censuradas por gobiernos intrusivos; en la que se aniquilan los bosques, se exterminan especies y se envenenan los océanos: ¿Qué nos sentimos impulsados a revelar?
En este mundo de poder desigual, en el que distintos órdenes hegemónicos intentan convencernos de que una nación, una raza, un género, una preferencia sexual, una religión, una ideología, un marco cultural es superior al resto, ¿se puede realmente defender la idea de que las artes deberían apartarse de las agendas sociales?
Nosotros, los artistas de escenarios y ágoras, ¿nos conformamos con las demandas asépticas del mercado, o utilizamos el poder que tenemos: para abrir un espacio en los corazones y las mentes de la sociedad, para reunir gente a nuestro alrededor, para inspirar, maravillar e informar, y para crear un mundo de esperanza y colaboración sincera?


jueves, 27 de marzo de 2014

DÍA INTERNACIONAL DEL TEATRO MENSAJE DOMINICANO

Escrito por Iván García Guerra

 Casi en sueños, tenemos tus sonoras palabras surgiendo de una neblinosa mitología, la nuestra, la taína, que nos habla, según parece, no de la eglógica vida suspendida fuera del tiempo, si no de la tremenda sorpresa del foráneo mal que llegó por el mar:
Igi aya Bombe / Aya bomba ya bombai / Lamassam Ana Caona / Van van Tavana dogai / Aya bomba ya bombai / …
Ya en su primer verso pregonas con dulces sonidos: “primero muerto que esclavo”, sin saberlo estableciendo un patrón de rebeldía, de valor y del reclamo de justicia y bienestar.
Como algo telúrico aunque local, en esta pequeña isla, ombligo en las Américas y el Mundo, más o menos modelo de grandes continentes. Algo surgía en tu terruño, panacea o veneno (dependiendo de quién lo califique), que marcaba tu vertical talante sedicioso, pequeño y solitario; pero fuerte y eterno en tus anhelos. 
Algo después, antes de que nadie ni siquiera imaginara que podíamos ser una comunidad independiente, el 23 de junio de 1588, a la sombra de la Catedral de Santo Domingo, bajo el cielo, según dicen profanando la celebración del Corpus Christi, con la voz de Cristóbal de Llerena tronaste en un “Entremés” de lengua antigua tu reclamo, tu protesta, tu defensa aborigen, censurando la colonia y la violencia autoritaria, y enrostrando aquel Monstruo, personaje legendario, carne de las malas costumbres y de malos gobiernos, desde ya.



Pero debemos hacerlo constar: otra de tus perennidades, o más bien una de las asiduidades del Mundo alrededor tuyo, ha sido el descontrolado ambicionar tus tenues y umbrosas promesas, tu edénico caudal; el bestial apetito de ordeñarlos, usufructuarlos, y devorarlos, sin reconocer o importándole poco que puedan ser perecederas como todo lo demás en esta creación. 
Viéndolo bien en esto fueron los dulces tainos los primeros, los Caribes comegente los segundos y resultaron terceros los españoles con sus armas sin alma. Cuartos, en 1586, los dos mil trescientos ingleses; comandados por Drake, el ladrón convertido en Sir Francis; y quinto los diez mil franceses comandados por Charles-Victor-Emmanuel Leclerc, el cuñado de Napoleón.
A los haitianos, bajo el mando de Pierre Boyer, les tocó el sexto Lugar
Seguro que recordarán la quintilla en parte profética de Fray Juan Vásquez:
“Ayer español nací, / a la tarde fui francés, / a la noche etíope fui, / hoy dicen que soy inglés. / No sé qué será de mí.”
Pues los de al lado se quedaron durante veintidós años, y guardaste silencio por casi el mismo tiempo. No cansado, me parece, más bien sorprendido, y atareado tratando de conservar tus ya añejas usanzas distintivas por encima de lenguas y costumbres que pensaban sembrarse, cambiarte y perpetuarse.
Pero, como casi siempre sucede, hubo un despertar. Probablemente sin escenografía, con simples velas o lámparas de gas, sin un vestuario apropiado, carentes de actores preparados; pero todos, sí, armados de simple patriotismo, alzaste tu voz entre susurrada y potente, para despertar de nuevo las conciencias, nos cuenta Rosa Duarte y Díez que, apuntados y apuntalados por el creador de la Sociedad Dramática, su hermano, un joven que no llegaba a los treinta, Juan Pablo, tú Teatro disparaste las palabras incendiarias de “Roma Libre” de Vittorio Alfieri, de “La viuda de Padilla” de Francisco Martínez de la Rosa, y es de suponer que de algún texto menor escrito por ellos mismos. Lo que importa es que encendiste la llama (o al menos la despabilaste) justo cuando tenías que hacerlo y por encima del temor de aquel público mentalmente encadenado.



Nuevamente fuimos independientes, aunque por no largo tiempo. 
En el cenagoso interregno, el modelo indeseable de los caudillos sucesores, Pedro Santana, abona su permanencia con la sangre de los patriotas y el padecer del pueblo. Alrededor del 1856, tu voz entonces se levanta con el texto de Félix María Delmonte, preterido padre de nuestra dramaturgia. Valiente es tu protesta con “Las Víctimas del 11 de Abril o Antonio Duvergé”, aunque no mucho se alcanza en cuanto a resultados. 
El séptimo fue, de nuevo, España Y me refiero en este momento al listado interrumpido de invasores que han intentado en vano (suena a redundancia pero es sólo acentuación), conculcar los derechos de este pueblo. Otra vez los traidores, buscando seguridad y bienestar, ponen en subasta la balbuceante Patria al más dispuesto postor, que resulta ser la que llamaban madre y que ahora adjetivarán la mala.
Explota una sonora granada, no me refiero a la española ciudad por supuesto y ni siquiera a la fruta encarnada… Hablo del arma mortal. El inocente tapujo, no me atrevo a denominarla excusa, es el uso del quisqueyano indio, que es el dominicano, y de su opresor que sigue siendo el español aunque no actualizado. Las semillas de tu voz son: “Ozema o la Virgen Indiana”, también de Félix María Delmonte; “Tilema”, de Manuel de Jesús Rodríguez Montaño; “Anacaona”, de José Joaquín Pérez; “La Muerte de Anacaona”, de Ulises Heureaux hijo; “Higuenamota”, de Américo Lugo; “Leyenda India”, de Manuel de Jesús García; “Los Quisqueyanos”, de Julio Arzeno; e “Iguaniona”, de Francisco Javier Angulo Guridi. Esto y las sangrientas guerrillas nos devuelven nuestro nombre y también la fe y también la esperanza.
A pesar del esfuerzo por aliarse a la civilización se desatan las furias intestinas, y es esto un nuevo pretexto para los interventores. Con la intención de calmar a los nativos, eso aseguran, llega el octavo, me refiero otra vez a un invasor, que esta vez habla un inglés bastante maltratado. Utilizas entonces tu artillería, contra la primera invasión norteamericana y, a partir del 1916, con un nutrido arsenal de poetas que se convierten, sin pensarlo, momentáneamente, en dramaturgos e intérpretes estableces tus predios. Son ellos: Rafael Damirón, Ricardo Pérez Alfonseca, Apolinar Perdomo, Enrique Montaño hijo, Félix Sauri, Salvador Sturla, Porfirio García Lluberes, Domingo Villalba, Luis Eduardo Betances, Federico Bermúdez, Cuchico Jiménez, Roberto Mateizán, Ramón Saviñon, José Narciso Solá (el padre de Monina la grande), Fabio Fiallo, el español Juan José Llovet, Julio Arzeno, Aquiles Zorda y Fernando Arturo Pellerano. 
Se marcharán seis años después, en el 1924, dejándonos el nombre de la “chopa” (shoper), del seibó (sideboard), el del pariguayo (party watcher) un idiota que va a los bailes a ver bailar. Y algo más queda sembrado, nada simpático, que deberemos soportar por treinta años. Hablo de Trujillo y sus tres décadas que tan largas resultaron. 
Casi de igual duración fue tu silencio. Podría pensarse que estabas muerto o grave o al menos enfermo. Pero meses antes del final te despiertas o te sanas o revives, y se escucha de nuevo tu voz, la voz del pueblo. Matas al tirano disfrazado de “Julio César”, en el shakespereano montaje de Iván García en el 1958; en el 1959 protestas contra el tirano padre en el “Prometeo” de Héctor Incháustegui; con los estudiantes del Colegio de La Salle, execras el tapabocas que teníamos con “La Mordaza” de Alfonso Sastre, y como un tiro de gracias exclamas abiertamente libertad con “Espigas Maduras” del Domínguez, de Don Franklin.
Magnífico final de una época horrenda.



Un gobierno popular es establecido, pero apenas le permiten despegar y es derrocado. Juan Bosch Gaviño el aun flamante presidente, opinaba que un golpe de estado duraría “menos que una cucaracha en un gallinero” y aunque en parte fue algo así, ya él no volverá a ser Jefe del Estado. El intento de retornar al orden establecido desemboca en revuelta militar apoyada por el pueblo… pero nos llega la novena intervención, en inglés otra vez, pero aún éste más maltratado. Llegan el 28 de abril de 1965, 52 mil marines que dicen salvarán vidas, y lo que pudo haber sido una escaramuza bastante pasajera, se convierte en Guerra Patria que desangra por días más de cinco meses. Los soldados extranjeros se marcharán bien entrado el mes de septiembre del mismo año. 
Te refieres heroicamente entonces a la guerra de la zona colonial y ciudad nueva, cuando se defendió el Honor Nacional que intentaban pisotear las botas yanquis. Manuel Rueda con “Entre alambradas” y su “Entremés del Gato Barcino”; Franklin que te presta las palabras de “Canción de Abril” e Iván con trece monólogos, la sátira “Azul Imposible” y la tragedia “Vivir es buena razón”.
Antes, durante y después, en los intentos no muy exitosos para establecer la democracia, son muchos las críticas a los fracasos y las tentativas, también algo ineficaces, de colaborar con su éxito. 
Reapareces, don Teatro, con el decano Franklin Domínguez, en sus sátiras, que retratan profundamente cuatro momentos consecutivos de aquella historia dominicana; “Se Busca un Hombre Honesto”, “Campaña Electoral”, “Se Busca un Hombre Deshonesto”, “Colón, Agua y Apagón” y con ellas protestas contra el golpe de Estado a Juan Bosch y las demás arbitrariedades durante los Doce Años de Joaquín Balaguer. Junto a él Iván García Guerra, y sus obras: “Más Allá de la Búsqueda”, “Don Quijote de Todo el Mundo”, “Un Héroe Más para la Mitología”, “Los Hijos del Fénix” y la “Fábula de los Cinco Caminantes”. Con ellas propondrás la existencia de un humano mejor. Incháustegui completara una trilogía; “Miedo en un puñado de polvo” con “Hipólito” y “Filoctetes”. 
Tu cosecha se amplía con Marcio Veloz Maggiolo y “Creonte”, “Y después las Cenizas”, “El cáncer nuestro de cada día”; Aída Cartagena Portalatín y “Odio Total Euménides”; Carlos Acevedo y “Los Clavos”; los españoles José María García Rodríguez y “Los Gavilleros”; y Carlos Esteban Deive con “¿Quién se atreve con un entremés de Cristóbal de Llerena?“. Además; Haffe Serulle y “Leyenda de un pueblo que nació sin cabeza”: Rubén Echavarría y “La Obra sin Nombre”; Jaime Lucero y “Mamasié”, “Los Gavilleros”, “Papá Liborio”, “Cuentos del Callejón de la Yaya”; Jesús Rivera y “Vivencias de un nuevo barrio”, “El Condenado”; Reynaldo Disla y “Retablo vivo del doce de Octubre”, “Las despoblaciones”, “Bolo Francisco”, “Rudy”, “Capítulo 72”; Frank Disla, con “El último Son”; Aquiles Julián y “Hay un ángel caído en primer plano”; Joseph Cáceres con “Tataiba”; y Carlos Castro con “El Gran Juego” y “Roca la Tumba”.
Y a ellos se unen los arrojados miembros de varios grupos de teatro callejero que se forman a partir de la llegada al país del venezolano Rómulo Rivas: Grupo Gratey, con “Mi Primera Manifestación” y “Regina Express”; Grupo Gayumba, con “Las Artimañas” y “La Urna”, “Huelga”; y Las Cuatro Puntas, conformada por las agrupaciones: Teatro Estudiantil, Teatro Obrero, Tercer Grupo y Círculo Escena, que produjeron espectáculos sin textos básicos. Mas otras manifestaciones del mismo estilo: Grupo Tetraico, con “Fanobrero”; Hombre Escena, con “La Mariposa que Quiso Volar a la Luna” y Grupo Chispas, con “Así en el Cielo como en la Tierra”. Debiste estar cansado, señor Teatro, y lo peor, da la impresión de que pocas de esas páginas se conservan
.


¡Cuán mucho has hablado, voz del pueblo. 
Podemos decir que al menos en los climáticos momentos de nuestra corta e intensa historia, amigo, fue tu voz el principal elemento artístico educativo, creador de conciencias y provocador de protestas y de acción.
No está de más preguntarse fugazmente en este final: “en los intermedios y ahora, desde hace demasiado tiempo, ¿qué ha hecho el teatro?” Ahí están otros magníficos dramaturgos los cuales no se han sentido tentados por la voz activa de la protesta. Y por eso no los he mencionado; no es la intención de este mensaje detallarlos. 
Sí, Voz del Pueblo. Has estado presente casi siempre que el clamor de tu mensaje se precisaba. Sin duda han sido estos tus momentos más brillantes y acabados; más precisos e incisivos; más teatro en fin.
 La voz del pueblo.



FELIZ DÍA DEL TEATRO


Hoy es fiesta, no importa cuánto nos hieran, no importa que nos ignoren, de todos modos hoy es fiesta, aunque al mismo tiempo lloremos la desintegración, la retirada lenta y dolorosa de la sala Manuel Rueda, aunque al mismo tiempo de celebrar hay que alzar la voz, hay que gritar desde las entrañas que nuestro valor es inmenso, aun con sueldos ínfimos e indignantes, aunque al mismo tiempo reclamemos 9 millones para invertir en un anfiteatro- que aunque lo necesitamos- nuestras escuelas de artes se nos caen a pedazos… hay que bailar en las calles, hay que cantarle y cantarle para enarbolarlo hasta su más alto lugar, porque hoy es du día nacional e internacional, por ser capaz de todo lo que es, de salvar vidas, de educar, de entretener, de hacer reflexionar, de hacer pensar, de divertir, de hacer llorar, de hacer reír, de hacer… olvidar; por eso y por mucho, mucho más hay que cantar. ¡FELIZ DÍA DEL TEATRO!.

Shakespeare en Fuga con Tripode


La Fundación Teatro Tripode presenta, Shakespeare en fuga, este trabajo es una selección de obras del autor William Shakespeare, en la que podemos citar Romeo y Julieta, Otelo, Hamlet y Macbeth. Este montaje; es la presentación del proyecto final de los alumnos de primer año de la Fundación Teatro Tripode, dicha fundación nos deja reflejado en esta puesta en escena, la problemática de los sentimientos humanos y sus consecuencias.


La obra se estará presentando mañana viernes 28 de marzo a las 7:00P.M. en el cierre del Festival Internacional de Teatro Aficionado, Emilio Aparicio (Marzo teatral) que se desarrolla en la sala de teatro Monina Solá del centro cultural Narciso González, aun precio regalado RD$ 50.00 pesos, esto es para que nadie se quede en casa y se fugue junto a Tripode.

martes, 25 de marzo de 2014

Casa de Muñecas en la ENAD


La Escuela Nacional de Arte Dramático, presentara este viernes 28 de marzo en sus Noches Dramáticas, Casa de Muñecas, una adaptación de la obra del dramaturgo y poeta noruego Henrik Ibsen. Considerado el más importante dramaturgo noruego y uno de los autores que más ha influido en la dramaturgia moderna, se le reconoce también, como el padre del drama realista moderno y antecedente del teatro simbólico. En su época una sociedad dominada por los valores victorianos; sus obras fueron consideras escandalosas al cuestionar el modelo de familia y de sociedad dominantes. Sus obras no han perdido vigencia y es uno de los autores no contemporáneo más representado en la actualidad.
Casa de Muñecas es la obra más representada de Henrik Ibsen. Esta obra de género dramático, fue estrenada el 21 de diciembre del 1879 en el Det Kongelige Teater de Copenhague. Su título original en noruego es Et dùkkehjem. En ella el escritor noruego retrata la situación familiar y de la mujer en la sociedad, a través de la vida de Nora Helmer, quien tras intentar con su mejor voluntad ayudar a su marido, Torvald Helmer, descubre que éste en el fondo, no la considera más que un objeto de su propiedad. Al final Nora decide no vivir más con su marido y deja a Torvaldo y a sus hijos. Nora Helmer no solo se convirtió en el personaje más emblemático de Henrik Ibsen, sino que llego a ser un ícono cultural de la liberación de la mujer y la igualdad de género.


Casa de Muñecas será representada en esta ocasión por Anthony Alexis Espinal Luciano, Sheila Amaro, Vickaylin Bello Rocha y Mayelin Martínez Segura; en las Noches Dramáticas de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD), en la sala Haffe Serulle a las 8:00 P.M., éste viernes 28 de marzo, en el edificio de las Escuelas de Bellas Artes, en la César Nicolás Penson, Ens, La Esperilla, Plaza del Conservatorio a RD $100.00 p/p.

domingo, 23 de marzo de 2014

Manolo Ozuna.


Nació el 9 de agosto de 1966 en República Dominicana. Hijo de Modesto Ozuna y Josefa Carmona. Casado con la actriz y bailarina Helen Perdomo. Inició sus estudios universitarios en la carrera de Comunicación social, pero luego decidió dedicarse por entero al teatro, contando con el apoyo de su padre quien no entendía mucho de las artes dramáticas pero confiaba plenamente en su hijo. Estudió en la Escuela Nacional de Arte Dramático de Bellas Artes (1987-1990), y desde entonces ha trabajado incansablemente en los medios de comunicación dominicanos. Alcanzó gran notoriedad en la televisión a finales de los noventa durante su participación en Progamarte, empresa productora de televisión de Roberto Salcedo, formando parte del elenco de los programas: “Perdone la hora” y “9x9 Roberto”, que se transmitían a través de Color Visión, canal 9, y donde Manolo, además de actor-comediante se desempeñó como libretista. Fue su participación en la película “Perico Ripiao”, del cineasta dominicano Ángel Muñiz, lo que permitió que sus compatriotas fueran testigos del talento y preparación de Manolo a la hora de actuar. Actualmente goza del cariño del público dominicano, siendo considerado como uno de los mejores humoristas quisqueyanos. La radio, el cine, el teatro, comerciales para la televisión, forman parte de la vida profesional artística de Manolo, a quien lo hemos escuchado decir en varias ocasiones que la gente en la calle confunde su trabajo humorístico con la vida diaria y pretende que él les cuente un chiste en cualquier lugar y situación.
El año pasado, 2013, regresó de los Estados Unidos, donde residió por espacio de dos años, trabajando en la radio e impartiendo clases de actuación. En la actualidad está bien ocupado trabajando en películas de cine, aunque también ha revelado sus intenciones de poner en marcha algunos proyectos nuevos de los cuales probablemente nos enteremos muy pronto.   
Experiencia profesional.
Teatro: El Sucesor, La Cocina, La Orgía, Prefiero un marido infiel, La Cena de los idiotas
Televisión:   DE Remate, Los del apartamento 4, Con la muela de atrás, Perdone la hora, 9x9 Roberto, Con Cheddy y Manolo, El Sabor del humor, Aquí se habla español.
Radio: Haciendo ambiente, Con las pilas puestas, Búsqueda 3 (N.Y.).
Cine: Perico Ripiao (2003), Santicló… la vaina de la navidad (2008), Ladrones a Domicilio (2008), I Love Bachata (2011), Mi Angelito favorito (2013), Los Súper (2013), Vamos de robo (2014), Suplicio (2014), Un lío en dólares (2014), De vez en cuando (2014).

viernes, 21 de marzo de 2014

Andrei Tarkovski dijo:


"En el teatro, la responsabilidad del actor por su papel y su función dentro de la representación es mucho mayor que en el cine"



lunes, 17 de marzo de 2014

¿EXISTE UN TEATRO DOMINICANO?

 Base para una discusión 
Por
 IVÁN GARCÍA GUERRA 
Segunda Parte


A finales de los años 30 y principio de los 40, con la llegada de los refugiados españoles, tan importante para todas las artes dominicanas, se crea el “Teatro Escuela de Arte Nacional”, bajo la dirección de Emilio Aparicio. A partir de los montajes que éste realiza, aparecen nuevos dramaturgos que buscan ser premiados con la presentación de sus creaciones. Son ellos: Pedro René Contín Aybar, Carlos Curiel, Bienvenido Gimbernard, Manuel Marino Miniño, y una mujer, Delia Marrero de Muné.
Es el más importante de ese momento, José Manuel Gómez Dubreill, ido a destiempo, quien con sus obras: “Sombra Verde” y “La Trastienda”, trae un estilo más a la altura de lo que ya sucedía en otras partes del mundo.
Aún dentro de la tiranía, se inician los dramaturgos que podemos considerar modernos. Es el primero de ellos Franklin Domínguez, quién con su obra “Exodo”, escrita en el 1952, inicia el movimiento actual de nuestras letras teatrales. Entre las obras de éste, el más prolífico de nuestros dramaturgos de todas las épocas, están: “Los actores”, “Espigas Maduras”, “La Broma del Senador”, “El Último Instante”, “Se Busca un Hombre Honesto”, “Lisistrata Odia la Politica”, “Duarte Fundador de una República”, “Drogas”, “Antigona-Humor”, “El primer Voluntario de Junio”, “Duarte Entre los Niños”, “La Hora del Regreso”, “Cuando los héroes Quedaron solos”, “El Encuentro”, “El Vuelo de la Paloma”, “Bailemos ese Tango”, y “A mi Manera”.
Domínguez, es el único dominicano graduado de dramaturgia, y con una amplia experiencia como productor, director y hombre de teatro, domina, sin lugar a dudas la técnica de escritura de un texto dramático tradicional. Su producción diversa y dispareja, comprende comedias de todo tipo, melodramas y dramas. Sus más acabados logros están dentro de los dramas de aliento social y en sus despreocupadas farsas, alrededor de la política.
Cronológicamente, el segundo autor de esta generación es Manuel Rueda. Con sus obras “La Trinitaria Blanca”. “Vacaciones en el Cielo”, “La Tía Beatriz Hace un Milagro”, “Entre Alambradas”, “El Rey Clinejas” y “El Retablo de Juana la Loca”.
Este autor nos llega del mundo de la poesía, donde es una figura destacadísima. Aunque no podría considerarse un hombre de teatro, es uno de nuestros puntuales clásico – modernos, gracias a su amplia cultura que le concedió el dominio de la técnica dramatúrgica. Ésta, como en el caso de la “La Trinitaria Blanca”, está a veces al servicio de un espíritu auténtico y agradablemente pueblerino, o como en el caso de su “Juana”, merecedora del premio español “Tirso de Molina”, responde indudablemente a la universalidad.  Todas ellas participan de un insuperable dominio del lenguaje.
 Una corriente que se desarrolló más bien al final de la dictadura es el teatro en verso de aliento trágico griego. Tres magníficos poetas se inscribieron en ella. Son:
Franklin Mieses Burgos, con sus obras: “Medea”, “El Héroe” y “La Ciudad Inefable” (Las cuales no han sido rescatadas para la escena); Héctor Incháustegui Cabral, con su trilogía: “Miedo en un puñado de polvo”: integrada por las obras: “Prometeo”, “Hipólito” y “Filoctetes”; y la tercera es una mujer: Aída Cartagena Portalatín, con su obra “Odio total Euménides”, que puede haber desaparecido. Todos ellos han fallecido, de los tres, el más importante es Incháustegui, quien, aunque algo discursivo en sus diálogos, posee una acertada concepción de la dramaturgia.
Para esa época compartieron con los nativos dominicanos dos españoles que escribieron teatro con alguna temática local. Son ellos José María García Rodríguez, con los “Gavilleros” y otras obras similares, Carlos Esteban Deive, con “Tiberio”, “El Hombre que Nunca Llegaba” y “Los Señores Imperiales”. Luego de varios años ausente de la escritura escénica, ha escrito una formidable obra: “Quién se atreve con un entremés de Cristóbal de Llerena”, ganadora del primer lugar en el concurso de Casa de Teatro, versión del 1965.
Luego de la explosión de libertad que constituyó la muerte de Trujillo, además de los anteriormente citados, que continuaron escribiendo teatro, apareció un grupo de nuevos dramaturgos, que prácticamente se iniciaron alrededor del “1er. Festival de Teatro Dominicano” celebrado en el 1963, durante el gobierno de Juan Bosch. Fueron ellos: Máximo Avilés Blonda, con sus obras: “Las Manos Vacías”, “La otra Estrella en el Cielo”, “Yo Bertolt Brecht”, “Pirámide 179” y “Bocaccio”, en proceso de recuperación; Marció Veloz Maggiolo, autor de “Creonte”, e “Y Después las Cenizas”, mas “El Cancer Nuestro de Cada Día”, también pendiente de rescate; Rafael Vázquez, autor de “Sueños de Gente Común”, y “¿Estamos de Acuerdo?... Sí Señor”, Rafael Añez Bergés,  con “Una Gaveta para Muchos Sueños”, y “Los Ojos Grises del Ahorcado”, entre otras, todas ellas aparentemente perdidas; e Iván García, con “Más Allá de la Búsqueda”, “Don Quijote de Todo el Mundo”, “Un Héroe Más para la Mitología”, “Los Hijos del Fénix”, “Fábula de los Cinco Caminante”, “Los Tiranos”, “Muerte del Héroe”, “Interioridades”, “Andrómaca”, “Soberbia”, “Natifixón”, “Un Puente a la Esperanza”, “Paréntesis (entre la paz y la paz)”, “Siglo XX” y “Vivir, buena razón”, entre otras. Un poco después surgieron Carlos Acevedo, escritor de los “Clavos”, “Momo”, “Sisifo”, “Gilgames” y algunas más, de las cuales la única que ha sido montada repetidas veces es la primera; Efraín Castillo, escritor, entre otras obras, de “Viaje de Regreso”, “La Muñeca de Gysina” y “Los Lectores del Desván”.
De este grupo, Blonda y Acevedo ya no están físicamente con nosotros. Y a excepción de García y Castillo, el resto no ha vuelto a escribir teatro luego de aquel brillante momento.
Iván García Guerra introduce en nuestro país las técnicas modernas de su ép0ca de inicio. Sus temas son marcadamente sociales y responden a una denuncia de los vicios de las clases gobernantes, con una proyección de los problemas que estas crean en el pueblo. En casi la totalidad de sus obras vemos los estragos producidos por la situación política en la psicología colectiva, representada ésta por individuos o con personajes alegóricos. Su lenguaje es poético y simbólico.
Efraín Castillo escribe un teatro culto, que se entronca con las técnicas de su tiempo. A pesar de no participar activamente en el mundo teatral, como en el caso de Rueda, sus conocimientos culturales y algo que podríamos llamar sexto sentido, lo convierten en una importante pieza de nuestra dramaturgia.
En una generación más reciente están: Haffe Serulle, autor, entre otras obras de: “El Horno de la Talega”, “Leyenda de un Pueblo que Nació sin Cabeza”, “Prostitución en la Casa de Dios”, “Pedro Santana”, “Duarte”, “La Danza de Mingo”, y “El Violinista”; Rubén Echavarría, con un solo texto hasta el momento: “La Obra sin Nombre”, Jaime Lucero, Fallecido, quien escribió: “Mamasié”, “Los Gavilleros”, “Pap+a Liborio” y “Cuentos del Callejón de la Yaya”, Jesús Rivera, con sus piezas: “Vivencias de un Nuevo Barrio” y “El Condenado”, Reynaldo Disla, con “Retablo Vivo del Doce de Octubre”, “las Despoblaciones”, “Bolo Francisco”, “Rudy”, “Capitulo 72” y muchas más; Frank Disla, hermano de este último, residente en Nueva York, con obras sobre los “Dominicanos”, como: “El Último Son”, Aquiles Julián, autor de: “Hay un Ángel Caído en Primer Plano”, de quien desconocemos nuevas producciones; Joseph Cáceres, con “Tataiba” y Carlos Castro, que ha producido entre otras, “El Gran Juego” y “Roca la Tumba”.
Entre ellos, Jaime Lucero fue, en su momento, quien más se acercó a un teatro de la factura popular citadina.
Haffe Serulle, de un estilo muy peculiar, nos trae un teatro con herencia de Giono y a lgo de Weiss, en el cual se alternan tintes de agitación social con un introspectivo vuelo poético, que lo convierte en algo en cierta manera críptico aunque de intención popular.
Reynaldo Disla, otro autor de personalidad destacada y muy conocedor del teatro vivo, tiene otro tipo de similaridades más a lo Ghelderode o valleinclanesco; pero su teatro es mucho más efectivo en cuanto a su proyección con las audiencias.
A partir de la llegada al país de venezolano Romulo Rivas, se desarrollaron las agrupaciones: Grupo Gratey, con “Mi Primera Manifestación” y “Regina Express”; y Grupo Gayumba, con “Las Artimañas”, “La Urna”, “Huelga”, que trabajaron más bien con creaciones colectivas; y “Las Cuatro Puntas”, conformada por las agrupaciones: Teatro Estudiantil, Teatro Obrero, Tercer Grupo y Cirulo Escena, que produjeron espectáculos sin texto básicos. Salvo Gayumba, reducido fundamentalmente a dos personas, Manuel Chapuseaux y su esposa Nives Santana, los demás desaparecieron más temprano que tarde.
Otras manifestaciones del mismo estilo, que se desarrollaron básicamente en el período de los doce años de Balaguer, fueron: Grupo Tetraico, con “Fanobrero”; Hombre Escena, con “La Mariposa que Quiso Volar a la Luna” y Grupo Chispas, con “Así en el Cielo como en la Tierra”.
Para esa época también están presentes: Carlos Campos, español con “Hágase la Mujer” y alguna otra obra; León David, con “La Noche de los Escombros”; y Otto Coro, de origen venezolano, con “RR”.
Una autora nacida en Santiago de Cuba que ha estado presente en la escena dominicana es Carmen Quidiello de Bosch, autora de las obras “El Peregrino”, “Alguien Espera Junto al Puente”, “La Eterna Eva y el Insoportable Adán”.
De las generaciones más recientes están: Manuel Chapuseaux, Ya mencionado, autor de “Cuentos de Pedro Urdemalas”, “Pin, Pan, Pon, Qupe Gracioso es Calderón”, “Don Quijote y Sancho Panza”, “El Lazarillo” y “Cazadores del Arca Perdida”, casi todas provenientes de clásicos españoles; Giovanni Cruz, autor de “Jesús del Caimito”, “Amanda”, “La Virgen de los Narcisos”, “El Sucesor”, “Los Diablos”, “Drácula” y algunas más; Arturo Rodríguez Fernández, autor entre otras de “Cordón Umbilical”, “Todos menos Elizabeth”, “Refugio para Cobardes”, “Hoy No Toca la Pianista Gorda”, “Parecido a Sebastián”, “Palmeras al Viento” y “Las Vecinas de Enfrente”; William Mejía, proveniente de Azua, con obras como “Encuentro en la Astronave”; José Adolfo Pichardo, residente en Santiago, con “Alas e Invierno” y muchas más; Carlos Burgos, venido de la Vega, con “Rosas Para Leopardi” y otras; Rafael García, interesante autor del Cibao; Danilo Taveras, con “Consuelo y Rafael”; y cuatro noveles dramaturgas: María Corsino, con “La Viuda Negra”; Chiqui Vicioso, con “Wish-ky Sour” y “Salomé”; Elizabeth Ovalle Y Libertad Decamps, con “Se Solicita Empleado” y otras.
En los últimos años se ha iniciado una interesante y crecida generación de jóvenes y no tan jóvenes, producto de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD), y de talleres privados. Hace cierto tiempo fue publicado un tomo con 22 obras dramáticas de igual número de bisoños dramaturgos, productos de dos talleres impartidos en Santiago.

Continua.

domingo, 16 de marzo de 2014

Tragicomedia de Don Duardos, de Gil Vicente.


La obra comienza con el emperador acompañado de la corte real de Palmerín: la emperatriz, la princesa Flérida, sus damas de compañía: Artada y Amandria; Don Robusto y Primaleón. Entra Don Duardos denunciando ante el rey que su hijo, Primaleón, ha matado a Periquín, amado de Gridonia, y ahora esta está muriendo de amor. Primaleón se identifica a Don Duardos y luego de una breve discusión comienza a batirse en duelo con él, a lo que el rey, viendo lo fiero del enfrentamiento, reacciona diciéndole a Flérida que los detenga. Flérida les pide que terminen la pelea en ese instante y dice a Duardos que sea él primero quien se detenga. Duardos accede a la petición de Flérida, asegurando que lo hace por ella y no por miedo y ni siquiera por Dios. Salen Duardos y Primaléon de escena.
Entra Camilote, alabando la belleza de Maimonda, mujer excesivamente fea. Elogia tanto a Maimonda que termina por molestar a los presentes e insultando la belleza de Flérida, por lo cual don Robusto lo reta a duelo y recibe el consentimiento del rey para que esto suceda y asegura que él va a presenciar el encuentro. Salen de escena.
Duardos quedó prendado de la imagen de Flérida y acude en busca de ayuda donde la infanta Olinba quien le da una copa para conquistar el amor de la princesa y le aconseja tener paciencia y trazar una estrategia más efectiva que todas las hazañas heroicas en las que él antes ha intervenido. Este se pone de acuerdo con los siervos de la hortaliza del castillo para que estos le permitan hacerse pasar como hijo suyo y se hace llamar Julián, todo para estar cerca de Flérida cuando esta salga a los patios del castillo.
Las próximas escenas muestran el galanteo de Duardos, haciéndose pasar por Julián, enamorando a Flérida, quien a su vez se siente atraída por él desde la primera vez que este entró a la corte del rey, pero ella no supo su nombre y no lo reconoce vestido de obrero. Intenta hacer que Duardo revele su identidad pero este insiste en  decir que él es tan solo un simple obrero. Ella se ausenta por tres días, en los cuales no visita la hortaliza, pretendiendo presionarlo a que revele su nombre, ya que ella está tan enamorada de él como él de ella. Duardos la cita secretamente y a solas en la noche, prometiéndole que le dirá quién es él.
Sale un mensajero que informa que Camilote había matado a don Robusto y a otros caballeros, en defensa de su Maimonda y en contra de aquellos que defienden el honor de Flérida, que Duardos enfrentó y mató a Camilote pues no pudo dejar de defender a su amada Flérida ni permitir que mancillen su honor.
Al final Flérida accede a las pretensiones de Duardo y, aunque se ha dado cuenta que él no es un jornalero ni villano, debido a su educación y su osadía al hablarle, le confiesa su amor aún sin saber a quien lo hace, esto a insistencia de Duardos quien desea escuchar que ella lo ama aunque no fuera un príncipe. Luego de la aceptación de Flérida, Duardos le confiesa que él es un hombre de la realeza inglesa y que ambos regresarán a su tierra donde ella será feliz con él viviendo en un lujoso castillo digno de su belleza.
En general la obra es más bien una sátira a la vida monárquica que en ocasiones se ve ridiculizada, pero en el fondo está plagada de actos y declaraciones románticas, que es la verdadera esencia de esta tragicomedia.

Gil Vicente (1465-1536), autor de la misma, es considerado el padre del teatro en Portugal. Su obra “El Monólogo del Vaquero”, es una de las primeras muestras de teatro que alcanzó relieve en la sociedad portuguesa del siglo XVI, a pesar de que existen noticias de obras portuguesas tan lejanas como el siglo XIII, sin embargo, Gil Vicente, autor prolífero, realmente marca un antes y un después en la historia del teatro en esa nación europea.