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sábado, 31 de mayo de 2014

A Puerta Cerrada, de Jean Paul Sartre.

Jean Paul Sartre nos regala con “A Puerta Cerrada”, una obra ficticia donde poner a prueba la imaginación. Comienza con Garcin llegando escoltado de un mayordomo al lugar donde aparentemente pasará mucho tiempo. Es una habitación cerrada donde no hay camas ni ventanas, solamente tres muebles, una estatua de bronce y unas lámparas que estarán encendidas todo el tiempo sin posibilidad de ser apagadas por el nuevo huésped. Entre comentarios irónicos y una fingida cortesía el mayordomo se retira no sin antes advertirle a Garcin que el timbre funciona solo a veces. Garcin pasa un rato a solas en el cual llega a desesperarse y, al ver que el timbre no funciona, arremete a puñetazos contra la puerta sin obtener resultados.
El mayordomo regresa a la habitación, esta vez acompañado de Inés. A esta altura de la obra es evidente que aquella habitación es el infierno y tanto Garcin como Inés han sido condenados a permanecer en el mismo. El mayordomo dialoga brevemente con Inés, luego abandona la habitación. Garcin y su nueva compañera de habitación intentan entender lo que les está sucediendo, pero ninguno de los dos es totalmente honesto con el otro y a todas luces se nota que no habrán de llevarse muy bien.
El mayordomo regresa con Estelle, una dama rubia bonita y elegante, que recibe galanteos de Inés tan pronto llega a la habitación. A ella el mayordomo le informa que ya no recibirán más huéspedes en esa habitación y que por lo tanto serán ellos tres los que compartirán el espacio en el infierno.
Garcin intenta filosofar con las damas, quiere buscar una explicación lógica a el porqué los han encerrado en el infierno, a pesar de que los tres dicen no haber sido tan malos en sus vidas en la Tierra. Garcin piensa que si todos son honestos con los demás habrá una posibilidad de encontrar una salvación para ellos y así no tendrán que permanecer en aquel lugar para siempre. Las mujeres no están tan convencidas de lo que Garcin pretende explicarles pero narran los hechos que creen les hicieron merecedores de ese castigo.
Garcin era oriundo de Río, había sido publicista en su vida humana, estaba al frente de la redacción de un periódico y al llegar a su nación un gobierno dictatorial recibió mucha presión del público que lo seguía. Muchos se preguntaron si Garcin pondría su medio de comunicación a favor de la gente pero no fue así. Garcin intentó escapar de Río, fue apresado y mandado a fusilar. La chaqueta que vestía, con los doce agujeros dejados por las balas que lo mataron, fue entregada a su esposa junto a sus pertenencias. Su esposa había sido una mujer sufrida, que soportó las parrandas y borracheras de Garcin durante todo su matrimonio.
Inés era lesbiana. Había ido a vivir a casa de un primo suyo donde se empeñó en conquistar a Florence, la esposa de su primo, hasta que al fin lo logró. Se mudó con Florence a una habitación donde Inés satisfacía sus fantasías. Cierto día se enteraron que un tranvía había arrollado al primo de Inés, al parecer frustrado por el abandono de Florence. Inés celebró aquella muerte pues entendía que había librado a Florence para siempre de su primo. Esa noche Florence salió de la cama que compartía con Inés, dejó abierto el gas en la cocina y volvió a meterse en la cama. Así murieron las dos.
El relato de Estelle habla de un matrimonio por dinero con un hombre mayor y un amante más joven de quien sale embarazada, un tipo apuesto y buen bailador de tango pero demasiado pobre para el estatus de Estelle. Para esconder su embarazo, Estelle se fue cinco meses a Suiza. Una vez hubo dado a luz a una niña, tomó una gran piedra y la arrojó a las aguas del mar con la niña atada a la piedra. El padre de la niña quedó destrozado por lo acontecido y cometió suicidio poco tiempo después, dándose un tiro en la cara.
A pesar de saber los relatos de cada cual, Garcin no halla la explicación que buscaba e insiste en que debe haber algo más en todo aquello, que debe haber una forma de librarse de aquella maldición y así poder salvarse. Intenta quedarse en silencio e ignorar a sus compañeras de habitación. Estelle busca un espejo donde contemplarse. Inés le ofrece sus ojos para que se vea en ellos, comienza así a intentar conquistar a Estelle quien no se muestra interesada en los galanteos de Inés pues ella gusta de los hombres y vivió todo el tiempo para ser deseada por ellos. Es por eso que intenta llamar la atención de Garcin, pero a este solo le preocupa el hecho de que en la Tierra todos le crean cobarde y está pendiente de lo que sus compañeros de la publicitaria hablan de él ahora que está muerto.
Inés solo puede ver lo que sucede en la habitación donde habitó con Florence y cuando ve que la misma ha sido alquilada a una pareja, comienza a relatar lo que ve, el hombre abraza a la mujer y todo se torna oscuro para Inés que ha perdido todo contacto con la Tierra. Lo mismo le sucede a Estelle quien ha visto a su mejor amiga coqueteando y bailando con su última conquista, un tipo mucho menor que ella, todo se va desvaneciendo cuando su amiga le comenta al joven acerca de la acción malvada de Estelle al matar a su niña recién nacida. Estelle pierde el contacto con la Tierra.
Garcin sigue interesado en hallar la forma de escapar y quiere revertir el hecho de ser ahora tildado de cobarde por aquellos que le conocieron en vida, su esposa murió de sufrimiento ante su muerte, pero a él solo le interesa su afán de no ser hallado cobarde por los demás.
Al final Garcin llega a la conclusión de que cada uno en esa habitación es el verdugo de los otros. Cada uno quiere algo de uno de sus compañeros y rechaza algo de lo que el otro representa. Estelle quiere volver a sentirse deseada e impescindible por un hombre pero es rechazada por Garcin; Garcin quiere ser comprendido por Inés, quien verdaderamente conoce la maldad,  para que esta le haga sentir que no es cobarde en realidad pero Inés rechaza las pretensiones de Garcin; Inés en cambio desea tener a Estelle para satisfacer sus lésbicos deseos pero Estelle la rechaza pues solamente vivió para los hombres. Garcin explica toda la complejidad de aquel cuadro y expresa que esa será la condena de ellos tres, vivir encerrado para siempre con su verdugo como compañero de habitación.

“A puerta cerrada” fue estrenada en París, en mayo de 1944. Es considerada una de las obras más emblemática de la filosofía existencialista de Jean Paul Sartre.

Personajes: Garcin, cobarde y canalla; Estelle, egoísta y adúltera; Inés, sádica y cruel; el mayordomo, empleado del infierno.   

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